El inicio de la vacunación masiva contra la Covid-19 en Bolivia significó también el comienzo de una serie de rumores en torno a ella y su efectividad. En los pueblos indígenas que habitan en Pando la situación no es distinta. En las redes sociales y en el imaginario popular se instaló la idea de que las vacunas podían causar infertilidad entre las mujeres y hombres, o que simplemente podía convertirlos en animales.
“Había miedo de que ellos queden estériles, las mujeres queden estériles. Con mala información les decían a ellos que podían convertirse en un caballo o animal”, cuenta la secretaria de salud de la Central Indígena de Pueblos de la Amazonía de Pando (CIPOAP), Sheyla Huesembe Rodríguez.
A comparación de los otros departamentos, donde la vacunación contra la Covid-19 se realizó a partir de grupos etarios y con mayor vulnerabilidad, en Pando el Servicio Departamental de Salud (SEDES) implementó una campaña de vacunación abierta a todas las personas mayores de 18 años; pero, a pesar de esta decisión, el porcentaje de personas vacunadas entre abril y junio era del 34% de su población total (110.435 habitantes) con la primera dosis y el 7% con la segunda dosis.
De acuerdo con el Diagnóstico sociocultural desarrollado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS Bolivia) entre los pueblos indígenas Tacana, Ese Ejja y Cavineño de Pando, esta resistencia se debió especialmente al temor de la población a acceder a la vacuna, por los supuestos efectos negativos que esta tenía sobre quienes la recibían, como por ejemplo: sufrirán transformaciones animalescas, formarían parte de un grupo selectivo pertenecientes a un anticristo (la marca de bestia) de acuerdo a literatura religiosa, serían parte de un método de eliminación de la población mundial (morirán en dos años), etc. Todo esto se sumó a las limitaciones del SEDES Pando para ingresar a las poblaciones más alejadas a suministrar las vacunas.
Sheyla Huesembe marca un antes y un después de junio, cuando la OPS Bolivia, junto al Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), comenzaron el trabajo de apoyo al proceso de vacunación contra la Covid-19 que emprendió el SEDES Pando, en las comunidades indígenas transfronterizas entre Bolivia con Perú.
“Antes de la campaña, los centros de salud no daban tanta información, porque no había gente que se vacune, era poca la atención hacia los hermanos”, indica Huesembe.
El proyecto buscó llegar con la vacuna a las comunidades de los pueblos indígenas Cavineño, Ese Ejja y Tacana, que pertenecen a la Red de Salud III Gonzalo Moreno y la Red II de Puerto Rico, considerando su perfil epidemiológico y cultural, debido a que, desde el inicio de la pandemia, tanto el acceso a la información como las campañas y demás políticas en salud que se asumieron desde el Estado no contemplaron las formas y prácticas culturales de los pueblos indígenas.
“El trabajo tenía el objetivo de orientar las acciones del SEDES Pando, identificando las diferencias socio-culturales, cosmovisiones, formas propias de organización y relaciones de género de los pueblos indígenas beneficiaros. Por eso se facilitaron espacios de coordinación con las organizaciones indígenas regionales para hacerlos parte activa de este proceso y no solo receptores pasivos”, explicó el director ejecutivo del CEJIS, Miguel Vargas.
Cada una de las acciones que se implementaron se coordinaron con la CIPOAP y la Central Indígena de Mujeres de la Amazonía de Pando (CIMAP), las dos organizaciones que aglutinan a los cinco pueblos indígenas de Pando: Tacana, Ese ejja, Waminahua, Machinery y Cavineño. Desde el ingreso de la pandemia, estos pueblos tuvieron que acudir a sus conocimientos ancestrales sobre medicina natural para curar los síntomas que ellos asociaban con el virus.
“En la primera ola de Covid-19 se ha visto muy preocupante porque no han tenido mucha información por esa parte los pueblos indígenas, ellos se han tenido que encerrar para que nadie pueda pasar por sus comunidades, incluso han hecho portones, han hecho cualquier cosas para que otras personas no lleguen a entrar a sus comunidades; también han prohibido a los médicos que vayan por el miedo. Ahora, en esta cuarta ola, se están cuidando y están tomando medicamentos tradicionales que son de ellos nomás”, indica Huesembe.
El acompañamiento que desarrolló la OPS Bolivia y CEJIS al SEDES Pando consistió no solo en la movilización de personal médico a las comunidades beneficiarias, sino también en que el proceso de vacunación y la información que reciben las y los indígenas sobre ella, se desarrollen respetando sus formas culturales, sus procedimientos, sus autoridades y su autodeterminación.
“Primero hicimos la sensibilización y luego ya ellos han acatado la vacunación; lo han tomado bien. Pero algunas, algunas, algunas [hace énfasis] personas no se han llegado a vacunar por miedo, pero ahora que miran que las otras personas se han vacunado, ahora están con esa mentalidad de que quieren la vacuna”, explica Huesembe.
Durante los cinco meses en los que se trabajó en este proceso, las brigadas médicas de las Redes de salud III y II , del SEDES Pando, a las que están integradas estos pueblos indígenas llegaron a 16 comunidades: Naranjal, Sinaí, Samaria, San Salvador, Palestina, Loreto, Exaltación, Santa Rosita, Santa Elena, Portachuelo Bajo, Medio, Alto, 21 de Septiembre, América, Miraflores y Nanagua.
En cada una de ellas se organización reuniones en las que las y los asistentes recibía toda la información sobre la vacuna y, además, podían consultar sobre los mitos que se habían creado en torno a ella; y, con base en esta información, poder decidir si se vacunaban o no. Cada una de estas reuniones comunales se coordinaron previamente con las o los presidentes comunales y la organización matriz que los representa, en el marco del respeto a la autodeterminación y autogobierno que tienen los pueblos indígenas, indica Vargas.
“Se ha coordinado con las cabezas principales de cada comunidad indígena que son los presidentes, que ellos también han tenido la charla que se ha llevado hacia ellos para que reciban la vacuna. Han cambiado de idea porque hasta ahorita nos piden la vacuna, ahora que también se puede vacunar a los niños están con ese pensamiento, de que volvamos a hacer la vacuna a las comunidades”, comenta la dirigente de la Huesembe.
“Antes no creían en la vacuna, solo lo tomaban como una cosa extraña sin que nadie les pueda explicar. Nosotros hemos ingresado para darles esa charla y ellos también entiendan y escucharlos a ellos, porque nos han dicho, han comentado algunas experiencias de cómo lo han llevado durante la pandemia que fue el año pasado”, explicó Huesembe, quien se encargó de la coordinación de los ingresos por parte de la CIPOAP.
El trabajo fue apoyado con material informativo en el que se recuperó el idioma propio de los pueblos indígenas y sus formas culturales diarias. Estos se difundieron por los medios de comunicación locales que llegan a las comunidades, y, en otros casos, se distribuyó de manera directa durante las reuniones.
“Les ha gustado, incluso lo tienen prendida las cartillas en sus casitas y los bannes que han entregado en cada comunidad”, expresó Huesembe.
El proceso no solo apoyó con el equipamiento de insumos para las redes de Salud III y II que se encuentran en esta región, sino con reuniones informativas en las que se trabajaron y socializaron los mecanismos de participación social para la planificación, organización e implementación de la vacunación.
A ese grado llegó el compromiso de los pueblos indígenas para acceder a la vacuna, que para participar en el Mundialito de Fútbol que se realizó en agosto, las organizaciones indígenas organizadoras exigieron el certificado de vacunación contra la Covid-19 como uno de los requisitos indispensables para la inscripción. Un total de 24 equipos de jóvenes participaron en el campeonato.
El Mundialito se realiza cada año y es una de las actividades que más concentra la atención de las y los pobladores de toda la zona, quienes junto a sus autoridades forman delegaciones que llegan hasta la sede del encuentro para apoyar a sus equipos. En este encuentro, también se aprovechó para distribuir la información sobre la vacuna y para vacunar a los que aún no tenían las dosis.
“La mayoría de la gente se hizo vacunar en el Mundialito porque también a los jugadores les estaban pidiendo como requisito para entrar a jugar, lo que incluía su mascarilla de bioseguridad y el alcohol. Como la gente sabía que tenía que ir al Mundialito, se vacunó. Eso fue lo que comprobamos cuando hicimos el recorrido”, señaló Huesembe.
Si bien desde el Sistema Nacional de Salud no se cuenta con datos estadísticos oficiales sobre la campaña de vacunación contra la Covid-19 en poblaciones indígena en Bolivia, dado que su registro de información no incorpora como variable a los pueblos indígenas, los datos generales de la vacunación en Pando, emitidos por el Ministerio de Salud y Deportes, dan cuenta de que hasta octubre se alcanzó el 45% de la población total vacunada con la primera dosis y un 32% con segunda dosis, teniendo un incremento del 11% en primera dosis y un 26% en segunda dosis desde junio.
“A mí me gustaría conversar, hablar y que al año haya este miso recorrido y que no se olviden de los pueblos indígenas del departamento de Pando, somos cinco pueblos”, mencionó Huesembe.