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“La yerba en el chaco no es nuestra enemiga”; así avanzan los chacos sin quema en la Amazonía Sur de Bolivia

“La yerba en el chaco no es nuestra enemiga”, asevera Joel Malale, miembro de la comunidad Flores Coloradas, en el Territorio Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI), en Beni, mientras muestra la cosecha de yuca, fruto del chaco sin quema, una técnica de producción agrícola que comenzó a implementar desde el año pasado y le permite sembrar y cosechar sin necesidad de la intervención del fuego en el terreno, como usualmente se hace.

Malale, junto a otros ocho indígenas movimas y mojeños, se graduó en enero de 2022 como perito en agroforestería indígena sucesional, después de ocho meses de formación entre clases teóricas y prácticas, a través del proyecto impulsado por el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS) y la Fundación ECOTOP.

Este proceso busca, esencialmente, que las y los comunarios fortalezcan la gestión integral de sus territorios, a partir de conocer y recuperar alternativas para la implementación de sus sistemas de producción, como el chaqueo controlado o el chaqueo sin quemas, como una opción para reducir los efectos de gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático y para evitar incendios forestales como los ocurridos en 2019, 2020 y 2021.

A diferencia de la preparación del terreno con la intervención del fuego, para la instalación de un chaco sin quema el terreno debe cumplir con algunos requisitos, según explica Malale; uno de los esenciales es que el barbecho, o terreno dedicado a la siembra haya descansado al menos una década, recuperando y regenerando sus nutrientes.

“(Después) se debe evaluar el terreno; si es alto o bajo, las condiciones que le tenemos que dar para sembrar, porque si (el terreno) es bajo, la yuca no se va a dar; se va a podrir”, indica el indígena.

Una vez verificadas ambas condiciones, recién las y los cultivadores pueden proceder a rozar o cortar la vegetación del terreno. El material recogido por la roza de la yerba y arbolitos delgados no es desechado; por el contrario, estos restos son usados para abonar el espacio donde se hará la siembra, así como para mantener la humedad del terreno que coadyuva en la germinación de las semillas.

“En el chaco sin quema acortamos tiempos, porque rozamos, terminamos, y si es posible en un día se roza y se siembra. En un chaco con quema tenemos que tumbar, rozar, esperar que seque, quemar, luego tenemos que basurear todos los palitos y recién poder sembrar. En ese transcurso pasará un mes desde que se empieza, o un mes y medio”, explica Malale.

Esta no es la única ventaja que ofrece esta técnica, según Malale. “Le cuento que, en mi parcela, el año pasado (2021) se instaló en mayo (el chaco sin quema) y solo he hecho una intervención de desyerbe en el mes de diciembre para la siembra de arroz, lo que no implica tiempo. En cambio, en el chaco con quema casi todos los días hay que estar pisteando que no nazca la yerba”, menciona el perito.

Los cultivos tampoco están expuestos en su totalidad a la luz del sol; por el contrario, en el proceso de roza, las y los agricultores guardan a los árboles de mayor tamaño a fin de aprovechar su sombra, no solo para el descanso personal al momento de hacer la siembra, sino también para proteger al terreno de la sequedad que le puede generar el sol.

Malale, desde abril de 2021, cuando comenzó la implementación del chaco sin quema en su terreno, ha cosechado maíz, frejol, zapallitos y a la fecha está concluyendo la cosecha de yuca: “Los plátanos están esperando a que engrosen un poco para poder sacarlos; hace un mes atrás hemos alzado el arroz. Eso implica diversificar en un solo espacio las especies que uno va sembrar”, indica Malale.

En casi la totalidad de los territorios indígenas, la producción agrícola está destinada al consumo personal y solo en caso de existir excedente es reservado a la comercialización. Malale explica que, con la implementación del chaco sin quema el incremento en la producción agrícola ha sido notorio, porque, por ejemplo, en la cosecha de yuca pueden extraer hasta 20 kilos de un solo racimo.

“O sea, en un chaco tradicional con quema, cuando a veces el productor dice que le ha ido súper bien, sacará a lo mucho una arroba (de yuca), unos 10 kilos, ocho kilos de una sola planta, hasta menos. Se nota la diferencia, bastante”, explica.

Joel Malale pesando la producción de yuca, cosechada mediante el chaco sin quema. Foto: ODPIB-CEJIS.

Replicar lo aprendido

Una de las condiciones para que las y los indígenas seleccionados participen en el curso para la certificación como peritos en agroforestería sucesional, es que puedan retornar todo este conocimiento en sus comunidades. Malale cuenta que el proceso de selección de las y los participantes se realizó a partir de una convocatoria emitida por la Subcentral Indígena en las comunidades. La comunidad, por su lado, decidió en consenso enviarlo a él a este proceso capacitación.

Por la naturaleza del curso, desde el primer módulo se comenzaron las prácticas y la aplicación de todo lo aprendido. En el primer módulo la práctica se desarrolló en Sapecho, en el norte de La Paz, a donde debían acudir los peritantes cada mes para desarrollar el curso de manera presencial; luego, al regresar a sus territorios, con ayuda de ingenieros que acompañaron el proceso, los indígenas implementaron lo aprendido en sus chacos.

En este proceso ya se involucró a la comunidad, a quienes las y los peritantes comenzaron a replicar lo aprendido, como parte de los compromisos que asumieron al momento de ser designados como representantes de sus comunidades. “Yo pude hacer el chaco junto a todos los comunarios que participaron y desde ese momento fui impartiendo (a las y los comunarios) el conocimiento que iba aprendiendo”, destaca Malale.

Se debe evitar los focos de calor

De acuerdo con la publicación Incendios en los territorios indígenas de las tierras bajas de Bolivia. Análisis del periodo 2010-2020, publicado por el CEJIS, en 2019 los incendios afectaron a 635.578 hectáreas los territorios indígenas del Chaco, Chiquitanía, Amazonía Norte y Amazonía Sur de Bolivia; mientras que en 2020 se afectaron a 398.960 hectáreas.

En esta misma publicación se señala que los incendios que afectaron a los territorios indígenas se generaron en predios privados o asentamientos humanos colindantes con los territorios, como consecuencia de las actividades agrícolas y la habilitación de tierras para la producción agropecuaria.

“A partir de agosto se sienten los focos de calor o cuando bien hay chacos que queman se siente y al momento después de la siembra se siente la calentura, estamos quemando. Y en el chaco sin quema es pues distinto, trabajamos bajo sombra y lo cual, en un chaco tradicional con quema, no sucede. También evitamos eso (las quemas)”, menciona Malale.

Para el Perito en Agroforestería Sucesional esta práctica del chaco sin quema es posible ampliarse a terrenos agrícolas más extensos; sin embargo, se debe cuidar siempre que el terreno destinado a la producción descanse, como parte del proceso de producción.

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